La Banda Vaquería
Hernandarias,
en 1611, ordenó el primer desembarco de vacunos en la isla del
Vizcaíno y, en 1617 otros, en tierra firme, en la margen derecha del
río San Salvador.
Desde
el punto de desembarco, aquellos vacunos se dispersaron siguiendo el
rumbo de las cuchillas.
De esta introducción
de ganados sin hombres, resulta un hecho excepcional: en la fértil
pradera los vacunos se reproducen libremente y acaban por
incorporarse a la geografía, como un elemento natural, que se ofrece
a semejanza de un fruto. La formación de estas “minas de carne y
de cuero” condicionará a su vez , todo el proceso histórico, pero
particularmente en sus inicios, porque aportó a la tierra baldía un
incentivo económico determinante de la penetración del blanco en
ella. De la tierra ignorada, “sin ningún provecho” de buscadores
de oro y de plata, se pasó así a la codiciada “banda vaquería”.
Con la
fundación de la “Nova Colonia do Sacramento” por los portugueses
en 1680, concluyen “siete décadas de sosiego” en el sur de la
Banda Oriental y comienza la “edad del cuero”. Fue a partir de
entonces que se iniciaron las “vaquerías”, en una explotación
desordenada de la riqueza pecuaria, con importantes consecuencias en
el orden social. Tropeadas de animales en pie para repoblar las
estancias del litoral y de Buenos Aires; matanzas indiscriminadas y
brutales, por el célebre procedimiento de cortar con la “media
luna” puesta en la punta de la lanza el tendón de la pata del
animal, del lado opuesto al jinete, para evitar la rodada, que
practicaron los “accioneros” o faeneros; todos complicados con el
tráfico clandestino con los portugueses y desde 1716, con los navíos
ingleses del Real Asiento de Negros.
En la
Banda Oriental, poco demoraría Portugal en fundar, por intermedio de
Manuel de Lobo. La Nova Colonia do Sacramento en la tercera semana de
enero de 1680. esta avanzada sobre la cuenca del Plata tenía ara los
portugueses una doble significación: como zona templada podía
constituirse en granero y en la gran reserva de carnes y cueros de
las opulentas zonas tropicales; y, geopolíticamente, abría, por el
dominio del Plata y del Uruguay, las esenciales vías del acceso
fluvial hacia el interior. Para España, era, una brecha de la máxima
gravedad en el flanco más vulnerable de su imperio; y para Buenos
Aires y Santa Fe, un tremendo rival en el aprovechamiento de las
“vaquerías” de la Banda Oriental.
Con la
fundación de Montevideo, como “Fuerte de San José”, en 1724, y
luego como ciudad en 1726, España daba ejecución al viejo proyecto
colonizador soñado por Hernandarias.
Pero
Montevideo iría afirmando su desarrollo luego de erigida en cabeza
de gobernación, en términos tales que habrían de transformarla en
puerto de primerísima categoría en l Río de la Plata. En la medida
que su importancia fue siendo reconocida por sucesivas disposiciones,
a ella fue acudiendo la riqueza del territorio, principalmente los
cueros; y en su exportación y en la importación de géneros y
manufacturas diversas, y de esclavos, se consolidó el poderío
económico y social de “la parte más alta y distinguida” de su
vecindario. Los pobladores más activos y emprendedores, agraciados
en la fundación de la ciudad, con “suertes de estancia”,
enriquecieron con el intenso tráfico mercantil –legal y
clandestino del contrabando – constituyendo un poderoso patriciado,
que rápidamente asumiría el papel protagónico en los
acontecimientos..
Reyes Abadie, W.
Conquistadores y Colonizadores Enciclopedia Uruguaya Nº4 Montevideo
1968
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