miércoles, 11 de abril de 2012

EL USURPADOR


El usurpador
La presentación terminaba. Velozmente, abandonó la cuerda de primos para arrojarse por la breve escalera que lo llevaba bajo el escenario; raudo se quitó el sombrero y el traje de colores cayó descuidada y ligeramente al suelo; como un rayo se abalanzó sobre el disfraz para comenzar el cuplé, pero, para su asombro, no estaba allí, y su imagen no se reflejaba en el espejo.
La murga seguía con su actuación. De pronto sintió el pie: “….este personaje que les vamos a presentar”, sintió pavor de no estar en el lugar donde el espectáculo lo necesitaba para continuar. Pero no pudo dar un solo paso, estaba petrificado allí.
Desde atrás del escenario pudo ver como alguien, llevando su disfraz, cantaba con impecable corrección cada una de las líneas que él debía entonar. Impávido se paró frente al escenario sin que nadie notara su presencia entre el público y no tuvo más que disfrutar aquella formidable actuación. Sólo un detalle, un pequeño detalle hacía diferente aquel cuplé, el usurpador comenzaba todos sus gestos con la mano contraria, indudablemente era zurdo.
Al terminar el cuplé, algo lo hizo ir al improvisado vestuario, se paró frente al espejo y, sin entender muy bien lo que pasaba, vio que aquel usurpador esta cara a cara con él. Levantó el pulgar de su mano derecha e insinuó una sonrisa de aprobación, mientras el inesperado personaje devolvía el mismo gesto con su mano izquierda.
Dicen, algunos viejos carnavaleros, que ciertas noches de febrero, bajo la luna llena, en aquel tablado, el mismísimo dios Momo se encarna en el incrédulo reflejo de algún cupletero, para participar nuevamente de la bacanal

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